Las almas y los cuerpos,
la soledad y sus rumbos,
la historia de los hombres.
El reloj y su tiempo,
el trabajo de según qué dios.
El amor detrás de cada rostro.
La luna con su sol de noche
enamora a cupido
que con sus cuerdas
rompe el silencio
de un amor callado.
El sol con su media luna
despierta recuerdos inmaduros
cortando las letras
que con trazo fino
escribieron un encuentro.
La sombra que no abandona
a su dueño, como su dueño
abandona un corazón,
lo que se mide en tiempo
siempre dura menos
que alguna vez.
La prudencia humana
de calcular es un atajo
idóneo para no aprender
a levantarse.
Siempre no es eterno,
pero habrá un amor
detrás de dos rostros.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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